Foto: ArtToday - Sólo para ver
No debe bajarse ni guardarse
¿Puede algo que se dice muerto mantenerse vivo?

En los últimos 100 años, muchos comentaristas de modas han dado por muerta, varias veces, a la "Guayabera".

Sin embargo, esta tropical prenda de vestir resurge triunfalmente en cada ocasión, sin perder su personalidad pero adaptándose a las condiciones de la época y modernizando su estilo. Simplemente evoluciona como un ser con vida propia.

TRIVIA
El Ayuntamiento de Miami ha declarado oficialmente que sus funcionarios pueden asistir diariamente al trabajo con guayabera, prescindiendo del traje y la corbata.
Sí, la guayabera está viva.

La descripción básica de una guayabera es una camisa larga, confeccionada en tela ligera, con bolsillo, alforzas verticales y aberturas laterales, usada fuera del pantalón.

Su origen es motivo de muchas leyendas, inclusive varios países se pelean su paternidad. Pero la versión más aceptada ubica su aparición a principios del Siglo XVIII en la población cubana de Sancti Spiritus.

En esta hermosa villa vivía Don José Pérez Rodríguez, originario de Andalucía, quien habiendo recibido del terruño algunas telas, le pidió a su mujer que le hiciera unas camisas amplias y que se usaran por fuera para refrescarse en el tórrido clima caribeño.

ĦOh, guayabera! camisa
de alegre botonadura.
Cuarto bolsillos, frescura,
de caña brava y de brisa.
Del poeta cubano Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, "El Cucalambé" (1829-1862)

Hombre práctico, le pidió además que les pusiera varios bolsillos para llevar el tabaco, la yesca y el pedernal para prenderlo, artículos del trabajo, en fin todo lo que debe cargar un caballero con oficio.

El resultado fue tan exitoso, que los guajiros (campesinos) de la comarca copiaron el modelo que pronto comenzó a evolucionar, comenzando con unas aperturas laterales para facilitar el enfundado del machete.

El río Yayabo baña la villa de Sancti Spiritus y se dice que por ello las primeras prendas fueron llamadas "yayaberas". Platican los que saben que los espirituanos (habitantes de la susodicha localidad) se llenaban los amplios bolsillos con guayabas y de ahí se derivó el nombre de "guayabera".

FEMINISMO
Masculina por excelencia, la guayabera también embellece a la mujer. Desde hace mucho han aparecido modelos femeninos y últimamente Don Arcadio Díaz, dominicano radicado en Venezuela, ha creado un modelo para la mujer ejecutiva y elegante de hoy.
Durante muchos años, las altas capas de la sociedad criolla desdeñaron la guayabera por considerarla vulgar y de mal gusto.

En la guerra cubana de independencia, adquirió su mayoría de edad, pues al ser usada por los combatientes se convirtió en símbolo de patriotismo y cubanía.

Por esas fechas llegó a Yucatán, México, donde fue "nacionalizada" e inclusive forma parte del traje folclórico de la región.

En los 40. Carlos Prío Socarrás, Presidente de Cuba la introduce a Palacio y de ahí a la alta sociedad.

En lo sucesivo es adoptada en todo el Caribe como la prenda masculina por excelencia. Fue el "uniforme" del escritor Ernest Hemingway y Gabriel García Márquez la inauguró como el "smoking tropical" al usarla en la ceremonia donde recibió el Premio Nóbel.

SIGLO XXI
En los inicios del nuevo milenio, el diseñador catalán Custo Barcelona presentó su colección donde propone para los hombres, guayaberas bordadas.
De origen campesino, la guayabera es la prenda masculina más igualitaria. En el Caribe lo mismo la usa el potentado que el mozo; el chofer y el pasajero; el mesero y el comensal. Es útil, cómoda y elegante para la oficina, el campo y la ceremonia de gala. Se ve bien vestido el caballero gordo o el flaco; el joven o el viejo, Se fabrica a mano o en maquina; con algodón, lino, seda o fibras sintéticas; en blanco, colores pastel o colores fuertes; lisa, bordada y hasta con estampados chillones. Se adquiere con el sastre exclusivo, en boutiques de moda o en almacenes populares.

La guayabera, en fin, cumple casi 300 años de vestir bien a los cubanos, a los yucatecos, a los caribeños, a los latinos y al mundo.

La Guayabera, ejemplo de lo máximo del espíritu latino.