¿Puede algo eterno estar en peligro de extinción?

TRIVIA
A diferencia de muchas especies animales, el cóndor hembra y macho se turnan la incubación del huevo durante 55 días brindándole calor y cuidados. Un ejemplo ancestral de la igualdad de sexos.

Por los cielos de la cadena andina podemos encontrar la silueta del ave rapaz de mayor envergadura: el Cóndor, el “Ave Eterna” de las culturas andinas, hoy en peligro extinción por la depredación humana.

Este carroñero, considerado el ave voladora más grande del mundo fue puesto en la lista de especies en peligro de extinción en 1973, por el incremento de su cacería, hoy estrictamente prohibida, debido a las supercherías que giran a su alrededor; que si es fuente de virilidad, que si alivia el reumatismo y el cáncer, que si mejora la visión... en fin falsas creencias que no han sido ni serán comprobadas científicamente, y lo único que hacen es dañar a una especie que nos beneficia.

REFRAN
“No quieras parecerte al Cóndor, que la cordillera es alta.”

Refrán mapuche (grupo indígena del sur de Chile y Argentina).

El Cóndor de los Andes (Vultur Gryphus) vive en toda la cordillera andina, siendo más abundante en Perú y Chile. Es un ave rapaz diurna, cuya apertura de alas abarca hasta 3 metros y alcanza casi un metro de altura. La hembra pone un solo huevo de color blanco de 10 cm. de largo y la incubación dura 55 días. La cría no aprende a volar hasta los siete meses de edad.

Podemos diferenciar al macho de la hembra fácilmente, el primero es más grande y posee en la frente una cresta carnosa y prominente y el iris es de color marrón. Por su parte la hembra tiene los ojos rojos. Ambos comparten la característica de tener el plumaje negro azulado. A diferencia del águila, el cóndor no es cazador, por lo que no tiene las fuertes garras que se necesitan para capturar.

¡Y allá estará! Cuando la nave asome / portadora del héroe y de la gloria... / ...en la cumbre del Ande, / para decir al mundo: ¡Éste es el grande!

Final del poema “El Nido de Cóndores” de Olegario Víctor Andrade. Mayo de 1877.

La función del cóndor dentro del ecosistema queda muy clara si analizamos que es parte de la familia Cathartidae, que significa “el que limpia”, ya que contribuye a la salud de muchos animales consumiendo rápidamente los cadáveres, eliminando así toda fuente de contacto de enfermedades o focos de contaminación.

A pesar de ser carroñero, el cóndor es un ave muy limpia y sana, incluso físicamente ha sido favorecido con una calvicie y ausencia de plumas en el cuello y las patas, para que así su cuerpo no se impregne de partículas en descomposición cuando come.

Desde siempre los pueblos andinos lo veneraron y su figura estuvo presente en pinturas rupestres y cerámica, porque convierte en algo útil lo que para otros son desperdicios y así cumple con una función especial en la cadena de la naturaleza.

Apu Kuntur, nombre que le otorgan los incas, era considerado un mensajero de los dioses que voló hacia el Hanan Pacha o mundo superior de los dioses para llevarles las plegarias de los hombres.

Dice la leyenda que el cóndor no envejece jamás, ya que cuando siente que la fuerza vital se extingue, elige el pico más alto para postrarse en él y dejarse caer hasta el fondo, para terminar así, dignamente con su vida y reinado.

LONGEVIDAD
Le llaman el “Ave Eterna” por su longevidad ya que llega a vivir hasta 70 años.

Desde el siglo XVIII el cóndor aparece en el escudo de Colombia y en la Bandera de Ecuador y para los pueblos andinos es el mensajero del sol, ya que los cóndores jóvenes ascienden a más de 5 mil metros y vuelan todos los días hasta dos horas y media.

El cóndor andino es un animal simbólico y ha llegado a convertirse en un emblema y un eslabón con nuestro pasado místico que nos recuerda nuestras raíces y las bases sobre las que hemos construido una sociedad consciente de la naturaleza que la rodea.

Hoy nuestros pueblos latinos al cuidar la presencia del ave que cuidó a nuestros ancestros: el Cóndor, preservan a su vez las costumbres y el entorno, sabiendo que así aseguran el futuro de las nuevas generaciones.

El Cóndor, ejemplo de lo máximo del espíritu latino.