¿Puede
el desierto ser punto de unión de dos culturas?
TRIVIA
Mejibó es el grito eufórico de los
indios cochimíes al arrancar la temporada de cosecha
de pitahayas, fruto de algunas cactáceas. |
En
pleno desierto central de la península de Baja California
en México se encuentra la Misión de Santa Gertrudis
La Magna, punto de encuentro de la cultura autóctona cochimí
con la civilización europea representada por los misioneros
españoles.
Fundada
oficialmente en 1752, la Misión de Santa Gertrudis La Magna,
enclavada exactamente a la mitad de la península, sirvió
de enlace en las misiones del sur y las del norte que a su vez,
formaron la ruta que llevó los efectos civilizadores hasta
la Alta California, donde las misiones dieron origen a muchas ciudades
entre ellas los tres puertos más importantes del estado norteamericano
de California.
ANECDOTA
Cuando los misioneros introdujeron los primeros vidrios para
ventanas, los indígenas se reían al ver paredes
duras y transparentes. |
La
colonización de la península y de la Alta California
sólo se entiende a través del esfuerzo conjunto de
españoles e indígenas para establecerse en un medio
extraordinariamente inhóspito por la aridez de la tierra,
la escasez de agua y las dificultades de comunicación y entendimiento
entre las dos culturas.
Así
llegaron los misioneros a una minúscula fuente de agua situada
un poco al norte del paralelo 28 y ahí el arquitecto indígena,
Andrés Comanají, inició la construcción
de la Misión.
Con
sus propias manos levantó en machimbre (mezcla de palo y
lodo) una capilla, varias habitaciones, una cocina-comedor y un
dispensario. Una tarea agotadora para cualquiera y más para
este constructor que era ciego.
Pero
aquí más que piedras y construcciones, hubo
vida, gente, familias, niños, indígenas y misioneros
que compartieron el arduo trabajo y el solaz del descanso...
P. Mario Menghini Pecci
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La
Misión irradió vida a toda la región donde
se comenzó a cultivar la vid, el trigo, el maíz, los
higos, la palma datilera,.. y se logró unificar esfuerzos
entre los colonizadores y los indígenas cochimíes
para desarrollar la manufactura de vino y miel, para aprender oficios,
para confeccionar vestidos, curtir pieles, cuidar el ganado, para
abrir caminos, para aprender a hablar, leer y escribir el español,
para impulsar la civilización.
Con
los años y gracias a la dotación del Marqués
de Villalpuente en honor de su esposa Doña Gertrudis de la
Peña, las construcciones de machimbre y adobe pasaron a ser
de cantera. En 1796 se terminaron las actuales edificaciones, una
de las cuales ha sido utilizada desde siempre como templo.
A 78
metros de distancia se levanta aún la original espadaña
(estructura precursora del campanario), única en toda la
península, con tres campanas de la época.
CIVILIZACION
En los alrededores aún se pueden ver secciones de canales
de riego, metates (piedras que usaban para moler granos) y grandes
tinajas de cantera para guardar el vino. |
Lograda
la colonización de los mucho más hospitalarios valles
del norte y establecido firmemente el comercio marítimo en
el sur, la Misión de Santa Gertrudis en el agreste centro
fue decayendo hasta ser abandonada en 1822.
Hoy,
rodeada de una sobreviviente vegetación que hace más
de 100 años ayudó a plantar, la Misión de Santa
Gertrudis La Magna, todavía objeto de culto, se yergue silenciosa
en medio del desierto como un homenaje permanente al esfuerzo civilizador
del ser humano en su ruta hacia las Californias.
La Misión
de Santa Gertrudis La Magna, ejemplo de lo máximo del espíritu
latino.
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