Foto: ArtToday - Sólo para ver No debe bajarse ni guardarse
¿Puede un hombre escribir una obra de 16 tomos pensando que nadie la va a leer?

En 1954, Diego Barros Arana escribió su primera crónica histórica relatando con mucho detalle los hechos tal como sucedieron; todo siguiendo el consejo que le diera Don Andrés Bello: “Escriba joven, sin miedo, que en Chile nadie lee”.

TRIVIA
Embajador de Chile ante Argentina, Uruguay y Brasil. Diputado en 1867, 1870 y 1886.
Está claro que ambos escribieron para la gente los leyera y para influir en la mente de sus contemporáneos y de las futuras generaciones, como efectivamente sucedió.

Diego Barros Arana nació en Santiago de Chile el 16 de agosto de 1830. Estimulado por su padre desde pequeño, se aficionó a la lectura y al estudio. En la plenitud de su vida, según el historiador Sergio Villalobos, “dominaba la religión, la historia universal y de América; la literatura europea, los clásicos, los escritores españoles y americanos. Hablaba el inglés, poseía el francés como territorio propio. Tenía nociones fundamentales de derecho, sabía economía y había leído a los pensadores sociales. El arte, la pintura y la escultura no le eran indiferentes; además practicaba el dibujo".

LA FAMILIA
Con varios hermanos y hermanas, hijo de Diego Antonio Barros Fernández (chileno) y Martina Arana Andonaegui (argentina). Casado en 1854 con Rosalía Izquierdo Urmeneta.
Nuestro hombre, auténtico representante del liberalismo ilustrado del Siglo XIX, tuvo que exiliarse en 1959 y a su paso por Argentina, Uruguay, Brasil, Francia, Inglaterra y España, exploró archivos, visitó bibliotecas y coleccionó datos históricos que sirvieron de cimiento para redactar su monumental “Historia General de Chile”, una crónica enciclopédica de la historia del país desde el descubrimiento hasta la Constitución de 1833.

Más de 20 años le llevó a Barros Arana redactar las más de 10,000 páginas que fueron publicadas en 16 tomos desde 1884 hasta 1902. Abandonada durante más de 70 años, la epopéyica obra, fue reeditada en marzo del 2000 y para sorpresa de todos llegó a alcanzar el 4º lugar entre los libros “no ficción” más vendidos en el mes siguiente.

La fuerza... puede someter a una multitud pero nunca regir a una sociedad

La obra de Barros Arana, indispensable para el estudio histórico de Chile, se distingue por el rigor de la investigación y la exposición de los hechos, sin calificar, sin interpretar, sólo hechos abundantemente documentados.

Muy importante fue su labor de historiador y aún más destacada su participación como reformador de la educación chilena.

Además de artículos, discursos, proyectos y actividad catedrática, cono Rector del Instituto nacional introdujo las clases de Química, Historia Natural, Historia de América y Geografía.

OTRAS OBRAS
Las Campañas de Chiloé, 1820-1826, e Historia de la Guerra del Pacífico, 1879-1880.
Como Decano de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile, impulsó el Instituto Pedagógico, creado pero abandonado, y reformó los planes de estudio y exámenes.

Como Rector de la Universidad reglamentó la aplicación del bachillerato, creó el Curso de Matronas (antecedente de la actual Obstetricia), organizó las prácticas de la Facultad de Medicina con los jefes de clínica, impulsó la recopilación de materiales para el conocimiento geográfico de la nación y logró la publicación de centenares de artículos y trabajos científicos que por su abundancia y calidad se consideran uno de los principales logros de la Institución durante su rectoría.

Barros Arana, librepensador, se mantuvo trabajando intensamente hasta el 4 de noviembre de 1907 en que falleció. Puede decirse que en el período en que le tocó vivir, no hubo acontecimiento de trascendencia en el que no participara.

Diego Barros Arana, ejemplo de lo máximo del espíritu latino.